martes, 28 de agosto de 2007

Aborto de un feto sano por error: «La eugenesia impone sus leyes»

Comentario de «L'Osservatore Romano» a un dramático caso sucedido en Italia

CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 27 agosto 2007 ( ZENIT.org).- «L'Osservatore Romano», el diario de la Santa Sede, considera que el aborto por error de una niña, en lugar de su hermana gemela Down, muestra que «la eugenesia impone sus leyes».

El diario vaticano, en la edición italiana que este martes estará en los kioscos, comenta el caso y lo atribuye a «la cultura de la perfección que impone la exclusión de todo lo que no parece bello, resplandeciente, positivo, cautivador».

«Y lo que queda es el vacío, el desierto de una vida sin contenidos, aunque esté perfectamente confeccionada», reconoce.

Un hospital italiano confirmó este domingo que durante un aborto selectivo por una alteración cromosómica en uno de dos gemelos el equipo médico a cargo de la intervención eliminó equivocadamente al feto sano.

El hospital San Paolo, de Milán, explicó que se trató de «una terrible fatalidad», dado que los embriones, que estaban en el tercer mes de su gestación, cambiaron de posición en la placenta antes de la intervención.

Según informó el hospital, los médicos conocían sólo la posición del embrión enfermo, ya que las ecografías realizadas antes de la intervención mostraban que ambos bebes eran morfológicamente iguales, por lo que no presentaban diferencia alguna.

Pero antes de la intervención, cambiaron de posición y el feto sano se situó en el lugar que ocupaba el gemelo con la alteración cromosómica.

La Fiscalía de Milán ha iniciado una investigación para dilucidar las circunstancias del suceso, pero sin hacer referencia a indagados ni a hipótesis de delito, según dieron a conocer los medios locales este lunes.

Con el título «No hay derecho», «L'Osservatore Romano» constata que al final «han muerto dos niñas, asesinadas como consecuencia de un aborto selectivo».

«Una decisión radical ha llevado a repetir el aborto de la hermanita que había quedado con vida», la niña Down.

Pero nadie, según diario vaticano, «tiene derecho a eliminar otra vida. Ningún hombre tiene derecho a tomar el puesto de Dios. Por ningún motivo».

«Y, sin embargo, inocentes siguen muriendo. Sus palabras no pronunciadas, sus sonrisas nunca expresadas, sus miradas nunca acogidas, siguen suscitando desdén, o al menos las necesarias, profundas y serias reflexiones».

«Es una decisión ilegítima, aunque esté autorizada por la ley, como sucede en Italia», añade.

Comentando la noticia del aborto, el obispo Elio Sgreccia, presidente de la Comisión Pontificia para la Vida, ha hecho un llamamiento a acoger toda vida humana.

«Sólo con este acto fundamental de parte de todas las personas interesadas se alcanza la verdadera serenidad, la verdadera paz de la conciencia y el verdadero bien de la sociedad», aclaró este lunes en declaraciones a «Radio Vaticano».

"Tenemos que sentirnos interpelados todos por este y por otros muchos casos que se repiten diariamente para asumir un compromiso nuevo y diferente por el respeto de la vida humana desde el primer momento, pues estas criaturas tienen nuestra misma dignidad".

«Y en el caso de que padezcan alguna enfermedad, simplemente tienen un motivo más para ser ayudados», concluye.

Hace 29 años nacía la primera niña fecundada «in vitro»

El 25 de julio de 1978 nacía Louise Brown, la primera niña obtenida gracias a la fecundación «in vitro». Han pasado desde entonces 29 años. En muchas partes del mundo el 25 de julio se ha convertido en una especie de «cumpleaños» de la fecundación artificial, y es oportuno hacer una reflexión sobre los logros y los peligros de la tecnología reproductiva. Para reflexionar sobre este acontecimiento, ofrecemos entrevista al padre Fernando Pascual L.C., profesor de filosofía y de bioética en el Ateneo Pontificio «Regina Apostolorum» en Roma.

Desde que nació Louise Brown el 25 de julio de 1978, millones de familias han recurrido a la fecundación «in vitro» y a otras técnicas de fecundación asistida. La prensa hablaba hace poco de más de 3 millones de niños que han nacido gracias a estas técnicas. ¿No se trata ya de un fenómeno de masas que debería ser valorado positivamente?

El hecho de que millones de personas escojan ciertos actos no es suficiente para valorar su corrección ética. Cada año millones de mujeres recurren al aborto, eliminan al propio hijo dentro de sus entrañas, y sabemos que el aborto es siempre un delito grave, aunque sea realizado por tantas personas.

Entonces, ¿la difusión no basta para valorar la fecundación asistida?

No, no basta. Porque la ética de un acto se conoce por lo que se hace, no por lo que se diga sobre el mismo en una determinada cultura, ni por lo que esté aprobado por las leyes.

¿Existe algún documento de la Iglesia que ofrezca una valoración ética sobre esas técnicas?

Sí. Hace 20 años (un aniversario que ha sido recordado sin la suficiente atención por el mundo de la cultura) la Congregación para la doctrina de la fe, presidida por el entonces cardenal Joseph Ratzinger, publicó la instrucción «sobre el respeto de la vida humana naciente y de la dignidad de la procreación». Es conocida por su inicio en latín, «Donum vitae».

¿Qué indicaciones ofrece este documento?

No es posible resumirlas de forma breve. Indica que cualquier intervención técnica en el ámbito de la procreación humana debe respetar la dignidad del embrión humano, la dignidad de la procreación como responsabilidad exclusiva de los esposos, y la obligación de mantener siempre unidos los significados unitivo y procreativo en el acto conyugal.

Entonces, ¿qué se considera correcto desde el punto de vista ético en el ámbito de las técnicas reproductivas?

Son éticamente correctas aquellas intervenciones médicas que est&! eacute;n orientadas a sanar o restablecer la capacidad procreativa, o a ayudar (sin sustituir) a los esposos en la búsqueda de la llegada de un hijo en el máximo respeto de lo que es propio de la vida conyugal y del acto sexual realizado de modo correcto.

¿Y cuáles serían éticamente incorrectas?

Son éticamente inmorales todas aquellas técnicas que impliquen daños o provoquen la muerte de embriones, o que desprecien su identidad y su integridad física, o que impliquen una lógica de dominio y control técnico sobre los mismos (como cuando son producidos en el laboratorio o congelados). El mismo juicio ético negativo vale para cualquier técnica que sustituya a los esposos como responsables y protagonistas, desde su amor mutuo y su complementariedad sexual, en la procreación de los hijos.

¿Podría mencionar en concreto algunas de esas técnicas incorrectas?

Son inmorales la inseminación artificial que sustituya el acto sexual; la fecundación «in vitro» en todas sus formas: la FIVET y la ICSI (que no era conocida en tiempos de la «Donum vitae»); el diagnóstico prenatal realizado para seleccionar o descartar embriones; el uso y destrucción de embriones en la investigación científica; la congelación de embriones; la «maternidad sustitutiva» o alquiler de útero; y cualquier técnica heteróloga, es decir, el recurso a espermatozoides o a óvulos obtenidos a partir de un donador distinto de los esposos.

Parece ser, entonces, que la Iglesia da un juicio muy estricto sobre este tema...

Cada «no» a cierto tipo de actos implica un «sí» a valores profundos. En este caso, la Iglesia defiende y promueve el respeto a la vida y a la dignidad de la procreación humana. Existe el peligro, y el aniversario del nacimiento de Louise Brown nos lo hace presente, de que poco a poco la procreación se convierta en «producción», con la lógica del dominio que está detrás de la misma y que no pocas veces lleva a situaciones de violencia.

¿Podría explicarse mejor?

¿No es violencia destruir o congelar a miles de embriones, cuya vida o muerte depende de los deseos de los adultos? Usted hablaba de más de 3 millones de niños nacidos gracias a las técnicas de reproducción asistida. ¿Pero sabemos cuántos millones y millones de embriones han muerto o han sido destruidos precisamente por culpa de esas técnicas?

¿Cuál es, en el fondo, la idea más importante que defiende la Iglesia en este campo?

La instrucción «Donum vitae» nos recuerda cuál es la actitud correcta ante la procreación humana: que ésta sea posible en el contexto de amor y donación mutua entre esposos que se convierten en potenciales transmisores de una nueva vida. Vale la pena releer un texto de esta Instrucción: «El origen de una persona humana es en realidad el resultado de una donación. La persona concebida deberá ser el fruto del amor de sus padres. No puede ser querida ni concebida como el producto de una intervención de técnicas médicas y biológicas: esto equivaldría a reducirla a ser objeto de una tecnología científica. Nadie puede subordinar la llegada al mundo de un niño a las condiciones de efic! iencia técnica mensurables según parámetros de control y de dominio».

Si los métodos de fecundación artificial son inmorales, ¿qué alternativa queda para los esposos que no pueden tener hijos?

Hace falta una mayor investigación para conocer mejor las causas de la esterilidad y los medios que existen para curarla. Muchas parejas estériles podrían tener hijos con una buena prevención y con una correcta terapia, sin tener que recurrir a métodos de fecundación asistida que provocan esperanzas falsas, cuando en realidad muchas veces implican un enorme gasto de dinero y, en un porcentaje muy alto (más del 50 %), un sentido de frustración cuando no se consigue «obtener» el deseado hijo.

Quedaría también la posibilidad de adoptar un niño…

Hay muchas parejas que aceptan su condición de esterilidad como camino para abrirse a las necesidades de tantos niños y adultos que buscan un poco de cariño. Otras muchas buscan adoptar un niño. Es necesario, al respecto, comprender cuál es el modo correcto de solicitar la adopción de un niño abandonado o necesitado de cariño: no se trata de «dar un hijo a unos padres que no lo tienen», sino de «dar unos padres a un hijo que tanto los necesita».


ROMA, miércoles, 18 julio 2007 (ZENIT.org-El Observador)

Confirma política abortista

La organización Amnistía Internacional “le ha dicho definitivamente adiós a los católicos”, señaló esta semana el Obispo católico británico Michael Evans, al comentar la decisión de la organización de convertirse en promotora del aborto a nivel mundial, al concluir la semana pasada su reunión en Ciudad de México.

AI concluyó su reunión de coordinación en la capital mexicana con un comunicado en el que reafirma la decisión de dejar la posición neutral respecto del aborto y convertirse, en adelante, en promotora del “derecho” al aborto de las mujeres en los países donde aún el asesinato de niños no nacidos es ilegal.

Mons. Evans, Obispo de East Anglia en Inglaterra, y hasta ahora uno de los más importantes líderes católicos miembros de Amnistía Internacional, señaló en una nota de prensa que la decisión pro-abortista marca la ruptura definitiva con el espíritu de su fundador, el converso católico británico de 46 años Peter Benenson, que creó la organización con el apoyo del Vaticano y con una postura inicial pro-vida.

“Esta lamentable decisión casi con seguridad dividirá a la membresía de Amnesty y en consecuencia socavará su vital trabajo en favor de los torturados y los presos de conciencia”, agrega el Prelado. “Entre todos los derechos humanos, el derecho a la vida es fundamental. El compromiso para trabajar en ‘proteger al ser humano’ sólo se verá puesto profundamente en riesgo por cualquier tipo de apoyo al aborto”.

Mons. Evans señala además que la Iglesia católica comparte con Amnesty un firme compromiso contra la violencia contra la mujer, pero “no puede compartir la violencia cometida por el aborto contra la más vulnerable e indefensa forma de vida humana en el vientre de una mujer”.

En el comunicado, el Prelado anuncia su renuncia a su membresía de 31 años a Amnesty y alienta a los católicos de su país a expresarle a la organización el mismo mensaje de rechazo a su nueva política.

Contra los principios fundacionales de la propia organización

“No existe derecho humano al aborto y Amnesty debió haberse mantenido al margen incluso en los casos que considera extremos”, dice Mons. Evans, quien concluye señalando que su renuncia a la organización convertida en abortista no implica que dejará de luchar personalmente contra la tortura y a favor de la libertad de los presos de
conciencia en el mundo.

LONDRES, 20 Ago. 07 / 08:41 am (ACI)

lunes, 20 de agosto de 2007

Niña de 12 años agradece a grupo pro-vida por evitar que su madre la abortara


Una niña de 12 años de edad conmovió al fundador y miembros de la organización Priests for Life al enviarles un sincero agradecimiento en video por ayudar a su madre y evitar que la abortara en 1995.

La niña se llama Guadalupe Lovera y actualmente vive en Ponciana (Estados Unidos), asegura llevar una buena vida y está convencida que el apoyo ofrecido a su madre salvó su propia vida.

El 12 de noviembre de 1994, Helene ingresó a una clínica de Orlando, Florida, dispuesta a abortar a su tercer bebé de solo dos meses de concebido, debido a la presión de su novio que no lo quería.

Camino al abortuario, un grupo de manifestantes pro-vida se acercó a Helene para ofrecerle ayuda pero no se convenció. La mujer narra que cuando estaba en la sala de espera, “sentí que tenía que mirar por la ventana. Pensé en la oferta de ayuda que me ofrecían los pro-vida. También vi al sacerdote parado afuera y me puse a pensar. Finalmente me pregunté: ¿Qué estoy haciendo acá? ¡Tengo que irme! Salí, fui adonde estaban los pro-vida y acepté su ofrecimiento de ayuda. ¡Lamenté tan solo el hecho de haber entrado!”

El 6 de agosto del año siguiente, el fundador y presidente de Priests for Life, P. Frank Pavone, bautizó a la pequeña Guadalupe durante una Misa dominical con la iglesia repleta.

La carta

“Quería decirles simplemente gracias por todo lo que han hecho por mí. Gracias a que el P. Frank y Priests for Life vinieron a Florida pudieron salvar la vida de mi madre y la mía. Me siento muy contenta de que estuvieran allí, porque si no hubieran estado allí probablemente hubiera sido abortada”, asegura Guadalupe en su carta.

“Ahora estoy en Ponciana viviendo bien y quería decirles: ¡Gracias! Y por eso quería agregar que necesitamos más sacerdotes frente a cada clínica y en televisión. También necesitamos más sacerdotes en acción, listos para salvar bebés en los abortuarios. Levantándose para hacer algo por estas mujeres que no quieren hacerlo pero piensan hacerlo. Hay millones de bebés que mueren abortados. ¡Tenemos que hacer algo con respecto al aborto!”, concluye Guadalupe.

ACIPRENSA

Muerte adentro


"Mar adentro" es el título de una película que fue elogiada desmesuradamente antes incluso de que empezara a rodarse.

"Mar adentro" es también el estribillo de una carta que escribió Juan Pablo II a todos los católicos al comienzo del tercer milenio de la era cristiana.

La película, según su director, pretende ser un canto a la vida, al amor y a la libertad; pero en realidad recrea la lamentable historia de un hombre que eligió el suicidio –"muerte digna" lo llama– para no enfrentarse con una existencia que consideraba indecente e indeseable.
En boca del Papa "¡mar adentro!" es el grito de un anciano, muy limitado por el parkinson e incapaz de moverse sin padecer grandes dolores. Desde su silla de ruedas asume las palabras con las que Cristo invitó a San Pedro a echar la red en el Mar de Tiberíades antes de la pesca milagrosa. Ahora esas palabras nos llaman a una nueva evangelización, a una pesca de altura en la mar contaminada de la vieja Europa.

¿Más libre?

El protagonista de la película asegura, sin embargo que su personaje "no tiene más Dios que su conciencia" y que por eso es "libre y más humano". Pero ese hombre huye: busca la libertad en la nada, muerte adentro, entre los aplausos ideológicos de unos y las lágrimas de otros.

Olga

Es una imagen brillante la del océano que recibe, ya para siempre, al viejo marinero que quedó varado en la costa durante años. Pero ni las efusiones líricas ni el llanto compasivo de los que le "ayudaron a morir" –es decir de los homicidas– logran ocultar el terrible vacío, la gélida desesperanza de un pobre hombre manipulado, a quien nadie enseñó el sentido de la vida. Más patente aún es la obsesión morbosa de Amenábar, ese buen director de cine que ha realizado cuatro películas con un solo protagonista: la muerte. La muerte como espectáculo, la muerte como misterio, la muerte como huida…

No sé que pensará de este film Olga Bejano.

Olga tiene treinta años y vive en Logroño. Una enfermedad incurable y progresiva la encadena a su silla de ruedas. No ve ni habla y sólo puede mover algún dedo de la mano derecha. Sin embargo logra comunicarse con un ingenioso lenguaje de signos, y ya ha publicado dos libros: "Voz de papel" y "Alma de color salmón".

Cuenta Olga que un día tuvo un sueño:

Feliz en el dolor

— "Una voz me explicó cómo los salmones pasan toda su vida nadando contracorriente. Han de luchar contra la fuerza del agua, y es precisamente esa lucha la que les hace tener la carne deliciosa, de textura firme y de color entre rosa y naranja. Así, a algunas personas entre las cuales te encuentras tú -me decía aquella voz-, la vida no os resulta fácil; por el contrario, desde la mañana a la noche tenéis que vivir luchando sin interrupción para que no os lleve la corriente. Ese esfuerzo tiene una recompensa: a medida que el individuo se supera, su interior se va transformando, y cuando llega al final de la vida, su alma será de color salmón, será un alma muy apreciada, pues el sufrimiento la habrá impregnado de un valor especial".

Olga es una mujer feliz. Resulta difícil entenderlo, pero es así. Basta con leer sus libros para comprobarlo. Acompañada por su madre y su enfermera, vive en presencia de Dios, hablando con su Ángel Custodio, con el alma bien despierta y el corazón listo para la batalla.

Y si se siente "como un vegetal", se llama a sí misma "lechuguita" y piensa, con razón, que es "un vegetal muy activo". ¡Cómo se reiría, si pudiera mover algún músculo de la cara!

Olga sí que merece una película, ¿no te parece, Amenábar? Con tu talento podrías, al fin, filmar la vida más que la muerte, la alegría más que la angustia, la lucha más que la resignación. Te sugiero un título: "Río arriba". Así vive mi amiga Olga. Como los salmones que brincan contracorriente para ganar la cumbre. Por eso su alma está madura para Dios. Por eso su espíritu vuela libre aunque tenga la carne encadenada.


Enrique Monasterio
Un safari en mi pasillo

domingo, 19 de agosto de 2007

La evitabilidad del desastre


Jorge, como casi todos los que han pasado por ese calvario, empezó por curiosidad, para saber qué era eso de la droga, en qué consistía, qué se experimentaba. También porque le parecía necesario para afirmarse ante el grupo de amigos en el que estaba, y porque estaba de moda en el ambiente en que se movía. Procede de una familia desestructurada, se sentía frustrado por muchas cosas. Ansiaba nuevas vivencias, que le hicieran sentirse libre, olvidar tanto dolor.

El caso es que a Jorge no le faltaba información sobre el destrozo que las drogas hacían en una persona. «¿Pero cómo es posible que cayeras en la droga si sabías que iba a ser tu ruina?», le preguntan ahora sus amigos. Él había tenido mucho tiempo para pensar en ello, durante aquellos meses eternos de rehabilitación, y lo explica con mucha claridad: «Es muy sencillo. Con la droga te evades. La sociedad no te gusta y quieres salirte de ella, o fabricar otra distinta que no sea así, o simplemente escaparte de ella de un modo fantástico.

»El paso por las drogas es además todo un rito, un misterio, algo que te permite alejar el sufrimiento y el dolor, desterrar momentáneamente los sentimientos de fracaso y de frustración que te tienen hundido.

Y sabía que era su destrucción

»Lo sabes, sabes que es tu ruina, pero cierras los ojos, miras para otro lado. Aunque a otro nivel, es lo mismo que les pasa a todos esos que quieren dejar de fumar y no lo consiguen, o que no son capaces de sujetarse a un régimen de comida, y fracasan una y otra vez, por mucho que sepan que con su debilidad van arruinando su salud.

»La droga es como un paraíso artificial. Cuando te drogas, piensas: no hay nada que me interese, todo me da igual, todo me deja indiferente. En estado normal veo las cosas tal y como son; una vez drogado, las veo como quisiera que fuesen. Caer en las drogas no es cuestión, normalmente, de falta de información, porque el principal problema no son las drogas en sí mismas, sino el ambiente que te introduce en la droga, la frustración que te lleva a refugiarte en ella. Y esto parece que no acaban de comprenderlo quienes tienen el poder en la sociedad, quienes imponen las modas y los estilos de vida, quienes mandan en los principales medios de comunicación.»

Hasta qué punto cuesta dejarlo

Aunque ahora Jorge parece ya una persona serena y sin quebrantos interiores, por dentro pasa por unas luchas tremendas. Es muy duro ver cómo dentro de uno mismo la droga se ha convertido en un dueño fanático y devorador, en un dictador que uno ha creído ya mil veces muerto, pero que se resiste a perder su dominio, que se resiste a devolverte la libertad que te había robado, que no quiere renunciar a la sumisión incondicional que había logrado de ti.

El impulso a seguir consumiendo ya no es tan irresistible como era antes, pero aún mantiene bastante poder. Aparece siempre, seductor, cada vez que sobrevienen momentos difíciles, situaciones complejas o acontecimientos adversos.

Jorge es un gran conversador, y una persona a la que estos años de forja en su salida de la droga han convertido en alguien admirable. Lo malo es que la gran mayoría no logran salir. Él es un afortunado, aunque parte de su fortuna es, como siempre, hija de su esfuerzo y su tenacidad. Jorge es un ejemplo de la evitabilidad del desastre, por muy bajo que uno ya se encuentre o se considere. Si la decadencia humana fuera inevitable, no merecería la pena ni hablar de ella, pero lo que interesa es precisamente hablar de su evitabilidad, de la posibilidad de salvarse de esas amenazas inminentes pero que aún no están totalmente cumplidas. Hablar de exigirse uno mismo, de hacer lo que se puede y se debe hacer, y lo mejor posible, aunque sea con recursos modestos. Tengo una fe ilimitada en las personas modestas que hacen todo lo que pueden.


Alfonso Aguiló
www.interrogantes.net

sábado, 18 de agosto de 2007

Invitación al aborto

Los abortos provocados en España dentro de la tolerancia legal superarán por primera vez la cifra de de cien mil a final de año, según las previsiones. Esto supone, además del mayor crecimiento en Europa (el 75 por ciento en 20 años), la muerte de un pequeño ser humano cada cinco minutos.

Un diario nacional apunta que la anterior ministra del ramo, Elena Salgado, se había felicitado por la tasa de abortos, ya que entiende que es una de las más bajas de la Unión Europea.

Cien mil abortos son pocos, por lo visto, aunque supongan con mucho la primera causa de mortalidad en España. El negocio para las clínicas privadas que practican esta actividad letal es creciente, y no consta que en todas partes se lleve a cabo un auténtico y riguroso control oficial de la aplicación de la ley que despenaliza tres casos de un hecho que no ha dejado de ser delito. Los abortos realizados por el tercer supuesto, riesgo para la salud psíquica, han alcanzado expresivamente el 96,7 por ciento del total de las alegaciones admitidas.

Hay quienes se quejan de que no se haya usado más lo que hipócritamente se ha querido llamar "interrupción", como si fuera temporal, aunque no es otra cosa que la eliminación definitiva de una vida incipiente.

El PSOE madrileño exigía estos días a la Comunidad de Madrid que ofreciera a la familia de una adolescente marroquí, embarazada y tutelada por aquellas autoridades, la posibilidad de ejercer su "derecho al aborto" (!), sobre lo que se decidiría el martes próximo. La secretaria de las Políticas de Igualdad había expresado su preocupación por "los presupuestos ideológicos de los sectores más integristas del gobierno autonómico": interrupción voluntaria, igual a progreso... Así las cosas, ayer se dio a conocer que la chica ha sufrido un aborto "espontáneo". Caso resuelto.
Antes que del apoyo a la vida, parece que conviene felicitarse por las cien mil defunciones y, al mismo tiempo, lamentar que no se ofrezca suficientemente la "opción razonable" de la muerte provocada de un niño. Vaya por Dios.

Esteban Gréciet. La Nueva España. Oviedo.

viernes, 17 de agosto de 2007

Esperanza para el Alzheimer

¡Qué esperanzadoras las noticias de resultados de los estudios con células madre de tejido adulto!

Creo que ha llegado el momento de la esperanza para todos en las posibilidades de las células madre extraídas del propio paciente: los avances son claros y constantes, y no hay riesgos de tumores como consecuencia. Los gobiernos deberían considerarlo y prestar la ayuda necesaria para erradicar enfermedades que tanto hacen sufrir a los enfermos y a sus familias.

La medicina está hoy cargada de promesas, y, en el caso de las células madre de tejido adulto, vienen siendo una realidad. Por ejemplo, un equipo de científicos americanos de la Universidad de California, en San Diego ( Estados Unidos), ha conseguido frenar el avance de la enfermedad del Alzheimer en seis de ocho casos que estudiaron ( publicado el 25 de abril en la revista Nature Medicine). Con células extraídas de la piel del propio paciente (se inyectaron luego en su cerebro) consiguieron ralentizar su deterioro cognitivo.

Pediría, por favor, a los medios, que no se nos induzca a confusión por la ambigüedad en los términos al darnos este tipo de noticias. Algunos, cuando se refieren a resultados con células madre troncales de tejido adulto, dicen simplemente células madre, y pueden llevarnos a error de apreciación. Las células madre de tejido adulto y las embrionarias tienen notables diferencias: por su procedencia, por su cualidad..., por los aspectos éticos y por los resultados obtenidos hasta ahora. Los estudios con células madre embrionarias no han dado un solo resultado positivo, y se alerta de los riesgos de tumores indeseables con su aplicación.


Josefa Romo Garlito
AutoresCatolicos.org

La búsqueda de la felicidad

El primer signo de que ya estamos en precampaña electoral para las próximas legislativas lo dio el presidente del Gobierno cuando, en el debate de política general, anunció el regalo universal de 2.500 euros por cada nacimiento que ocurriese en España desde el mismo instante del anuncio. Los sufridos funcionarios hubieron de soportar, sin saber qué responder, porque ellos también se habían enterado por la radio y la televisión, un diluvio de llamadas telefónicas de papás y mamás que querían saber dónde daban las instancias y a qué ventanilla había que ir a cobrar. Este episodio ilustra muy bien no sólo que ya estamos en campaña, sino también, y acaso sobre todo, cómo funciona la cabeza del señor José Luis Rodríguez Zapatero.

En precampaña todo vale

En efecto, el anuncio se hizo en el contexto del autoelogio que se tributó por lo intenso de su política a favor de la familia. En esa medalla simbólica que Rodríguez se colgó figuraba, sin embargo, otra hazaña gubernamental, que él citó para demostrar lo mucho que le importa la familia: la llamada ley del divorcio exprés, que ha convertido el contrato matrimonial civil en el más desprotegido y azaroso de todo nuestro ordenamiento, y ha disparado el número de divorcios en los últimos veintiún meses hasta doscientos setenta y cinco mil, y subiendo, con un número de hijos menores afectados estimado por el Instituto de Política Familiar (IPF) en unos 450.000.

A Rodríguez le parece, pues, que esa ley protege y potencia a las familias españolas. Sería lógico pensar, a la vista de esto, que el presidente del Gobierno es un campeón mundial del cinismo. Yo no lo creo así. Yo creo que él se cree de verdad lo que dice, porque su razonamiento le parece redondo e incontrovertible: la gente quiere ser feliz, y por eso se casa con la persona a la que ama. Luego, si vienen las dificultades, la gente ya no es tan feliz. Démosle, entonces, la posibilidad -qué digo la posibilidad: el derecho- de buscar la felicidad en otra parte, cuanto más rápida y fácilmente, mejor. ¿Se puede imaginar una política más volcada en la noble tarea de facilitar la felicidad de la gente?

Una felicidad imposible

Así parecen discurrir el presidente del Gobierno y los demás pensadores que aprobaron la Ley 15/2005, y también parece no importarles que sus cogitaciones no respondan en absoluto a la realidad, sino que sean una manifestación del “pensamiento Alicia”, según el cual, por usar la feliz metáfora de Mariano Rajoy en el ya citado debate, amanece porque canta el gallo. La realidad nos muestra que el cien por cien de los divorcios son otros tantos fracasos. Y no fracasos cualesquiera, sino fracasos de todo un proyecto de vida, concebido para durar, para la realización personal de ambos cónyuges y para perpetuarse con los hijos. Yo no conozco ni un solo divorcio que no sea dramático, ni conozco a nadie que conozca un divorcio feliz. Es de mala educación decir esas cosas, y aunque los divorciados proclaman con frecuencia su felicidad, una conversación de muy pocos minutos basta para descubrir que hay que seguir viviendo, y es mejor ver el lado bueno de los desastres vitales, si lo tienen, y si no, hay que imaginárselo.

La búsqueda de la felicidad, en cambio, se sabe que es costosa, pero que valen la pena los sacrificios. Per aspera ad astra, reza el dicho clásico: por caminos ásperos se llega a las estrellas. Lo que ocurre es que no sé si vale la pena explicar esas cosas a los que sólo explotan los espasmos emocionales de los demás en su propio beneficio, aunque eso siembre la vida de gentes desdichadas, que buscan la felicidad yendo de acá para allá sin ton ni son, como pollos sin cabeza.

Ramón Pi
13 de julio de 2007 Gaceta de los Negocios

miércoles, 15 de agosto de 2007

HITLERITOS REDIVIVOS

Ángel Esteban en Granada Hoy

Hoy nadie aprobaría ese pedazo de la historia cuyo protagonista se llama Hitler. Sin embargo, si procedimientos similares los utilizan instituciones ligadas a Harvard ( namber guan cuyo prestigio lo justifica todo) en nombre de la ciencia (palabra mágica ante la que hay que agachar la cabeza), el progreso (falacia más mágica que enmascara a veces las mayores hipocresías) y el estado de bienestar (sintagma perspicuo, eufemismo de "que se jodan los demás"), ya nadie se escandaliza. O casi nadie. Muy poco comprometido era Roberto Carlos (el cantante, no el futbolista), cuando dijo: "Yo no estoy contra el progreso si existiera un buen consenso", porque hay cuestiones en las que no es posible el consenso. Lo de Hitler es injustificable, se vote sí o se vote no, como lo que voy a contar a continuación.

En el periódico The Boston Glove, del 10 de agosto de 2007, aparece una noticia, firmada por Carey Goldberg, en la que se da cuenta del sistema de eufemística "interrupción del embarazo" de 20 o más semanas, en tres hospitales de Massachussets ligados a la universidad namber guan. Como el feto en ese momento ya está absolutamente formado y todas sus funciones vitales son perfectas (mejores que las tuyas y las mías, sin dioptrías ni almorranas), para evitar que salga vivo e impresione, y obligue además a matarlo fuera de la madre, le propinan, antes de sacarlo, una inyección letal que tiene exactamente las mismas características que la que se inflige a los condenados a muerte en ese país.

Yo quisiera que, con la mano en el corazón, el hombre o la mujer más abortista del planeta me dijera qué nombre ponerle a esa acción. He visto muchas películas de judíos sacrificados, de atentados del IRA, la ETA o Al Qaeda, de guerras civiles, mundiales, y me pregunto: ¿Por qué, cuanto más sabe el hombre sobre cómo mejorar y alargar la vida, utiliza los mismos conocimientos para quitarla? ¿No será que lo que ocurre es que el hombre, cuanto más sabe, más se cree que puede hacer lo que le dé la gana, sin ningún tipo de restricción ética o de sentido común? Es cierto que el conocimiento amplía la libertad: cuanto más se sabe sobre algo, mejor se puede elegir. Por eso, el que hace la ley hace la trampa. Esta máxima, si se aplica al dominó o al fútbol, no deja de ser una picardía inocentona. Pero cuando están en juego millones de vidas humanas, el problema rebosa gravedad. Que se lo digan a los judíos de la 2GM, a los armenios, a los palestinos y a los exniños de esos hospitales de Boston. Y que no se enteren, porfa, en la Moncloa, vayamo a poyiya.

lunes, 6 de agosto de 2007

Preservativo o no preservativo

Tengo más de 20 años trabajando como médico urólogo y, por lo tanto, he tenido la oportunidad de conversar con muchos de mis pacientes, entre otras cosas, sobre realidades de su vida sexual y, además, tratar a niños y adultos con enfermedades de transmisión sexual. Mi convicción tallada en estas décadas de aprendizaje es que no nos equivocaremos nunca si aprendemos a limitar nuestras relaciones sexuales al ámbito del matrimonio. Hemos caído en la trampa de los mass media al permitir que parte importante de la polémica sobre la sexualidad, las enfermedades de transmisión sexual, principalmente el sida, recaigan sobre el uso o no uso del condón.

El problema no es el uso o el no uso del condón. Lo fundamental del asunto es la concepción que tengamos del hombre y de su sexualidad. Si el sexo es solo placer o pasión, entonces no tenemos nada que discutir. Usen todos los preservativos que quieran. Hemos destruido el significado del sexo y nuestra actual sociedad, al decidir vender actualmente el sexo como producto del hedonismo y del mercantilismo, está pagando un precio terrible, tan evidente, que nadie sensato y honesto puede discutir: aumento de las enfermedades de transmisión sexual, de embarazos no deseados, de abortos; inicio de vida sexual en edades tempranas de la adolescencia, uniones a prueba no comprometidas y egoístas, ausencia de matrimonios, irrespeto a la feminidad, a la maternidad y disminución de la fertilidad; incremento de la pornografía, de la prostitución, de la violencia doméstica, y de las infidelidades.

Esto no se resuelve con el condón.

Hay muchos que entendemos la relación sexual como algo maravilloso, como una extraordinaria experiencia, enriquecedora, y que lleva a una vida plena y madura, pero, cuando la realizamos en el marco de un compromiso serio, maduro, responsable como es el matrimonio. Nos permite llevar una vida matrimonial y, por lo tanto, familiar más rica, más tolerante, más generosa. Muchas personas, que están de acuerdo y no de acuerdo con estas últimas líneas, objetarán diciendo que esto es una quimera, que es imposible, que es muy difícil, que la naturaleza humana no está hecha para estos conceptos. Solo puedo responder diciéndoles que estoy de acuerdo con que es difícil, es una lucha, pero que no es imposible, que vale la pena ese esfuerzo. También es difícil trabajar duro y honradamente para llevar adelante una profesión y una familia; que también es difícil decir la verdad siempre; que también es difícil saber olvidar y perdonar; que también es difícil alegrarse del éxito de los demás a pesar del fracaso profesional o económico de uno; que también es difícil levantarse una y otra vez, no importa cuántas veces nos hayamos equivocado o caído. Vivir valores y una vida digna es difícil.

El error de las campañas

La tragedia que vive la sociedad mundial con la presencia el sida y otros flagelos no es causado, ni es problema de condón o no condón. Estas realidades se han agravado por las desigualdades económicas y sociales, por los bajos niveles de educación, por el ataque frontal, altamente lucrativo, contra las mujeres y su dignidad, por la promiscuidad sexual, por la degradación del matrimonio, por la homosexualidad y por la promoción del hedonismo y del consumismo.

Soy un convencido de que las campañas masivas de repartir condones, no resuelve el problema que todos los involucrados en el tema queremos solucionar de buena fe. Más bien agrava la situación, pues el mensaje queda claramente enunciado: "muchachos y muchachas tengan sexo, cuando quieran y con quien quieran, que eso no es problema, tienen derecho a darte ese placer; lo malo, lo irresponsable es no usar el condón y así evitar el embarazo y una enfermedad de transmisión sexual". Este mensaje es falso, equivocado. El uso del condón no es sexo seguro. Sigue siendo un sexo inseguro y al destruir la voz de la conciencia (que sin duda existe), desbocamos sin control el fuerte instinto sexual que se despierta en nuestra adolescencia, aumentando la promiscuidad sexual con todas las consecuencias ya descritas.

El objetivo preventivo del condón es destruido con creces por esa otra realidad científica que son las consecuencias del aumento de relaciones sexuales irresponsables e inmaduras. No es asunto de mojigatería. La mojigatería es seguir pensando que tener relaciones sexuales cuando y con quien el instinto nos invite, con condón o sin condón, no tiene consecuencias nefastas en la vida de esas personas, en el matrimonio, en la familia y en la sociedad.


Enrique A. Alemán A.
La Prensa (Panamá). 3 de Abril 2007
http://www.prensa.com/

domingo, 5 de agosto de 2007

El fracaso de la píldora.

Las cifras comparativas son incuestionables. El número de embarazos no deseados, de modo particular en adolescentes –las mayores consumidoras de la píldora del día de "después"–, sigue aumentando y de modo alarmante.

Hace poco, el Colegio de Médicos de Madrid se vio inundado por centenares de cartas —muchas firmadas por colegiados o por personal sanitario— contra la publicación, en su revista, de un artículo que incitaba a los médicos madrileños a facilitar la denominada píldora del día después, sin reservas de cualquier naturaleza. El asunto fue objeto de análisis en la Comisión Deontológica, y el Colegio emitió un informe consensuado donde zanjaba toda duda sobre la libertad de prescripción de los médicos y su derecho, en todo caso, a la objeción de conciencia.

Merece la pena hacer público que el estudio más reciente sobre esta píldora —publicado en la revista del Colegio de Obstetras y Ginecólogos de EEUU— demuestra que la prescripción indiscriminada de la píldora y el acceso fácil al fármaco, no reduce la tasa de embarazos no deseados ni el número de abortos. Este fracaso también ha sido recientemente destacado por el departamento de Salud de Gran Bretaña, al dar a conocer un llamativo aumento del 3,9% de los abortos en adolescentes y mujeres jóvenes en 2006. Una cuestión que el Independent Advisory Group on Sexual Health and HIV ha relacionado con la crisis de valores sobre la cuestión sexual en los adolescentes, incentivada por los mensajes de los medios a ellos dirigidos.

El hallazgo es definitivo y viene a contradecir la pretensión de los lobbies de la contracepción de emergencia (incluida la OMS) de difundir masivamente esta píldora con la pretensión de reducir los embarazos no deseados y el aborto.

El estudio, además de proporcionar una soberana bofetada a los laboratorios del ramo, pone en cuestión toda una política de salud pública de la que participan algunas de nuestras Comunidades. Estamos, pues, ante un dato de gravedad social que no debiera pasar inadvertido a las Consejerías de Sanidad. Porque si la difusión de la píldora post coital se compara con la tasa de abortos y embarazos no deseados en la Comunidad de Madrid —en el confuso tramo de las mujeres de 15 a 19 años— lo que las estadísticas afloran es que, pese al incremento de su consumo entre adolescentes, el aborto en este tramo de edad se había incrementado en 2005 un 10 % respecto a 2004; y el número de abortos se elevaba por entonces a 1.876, más los 53 declarados en menores de 15 años, en total no menos de 2.000 casos, o quizás más si se consideran los no declarados.

Contra los informes oficiales

¿A qué se debe este incremento cuando la difusión de los medios anticonceptivos es mayor que nunca y las adolescentes disponen de la píldora post coital, el más seguro método —según sus promotores— de evitar embarazos no deseados? ¿Acaso las reiteradas afirmaciones de la OMS y de los organismos promotores de la píldora no revelan toda la verdad y se está manipulando a la población femenina joven del país?

El análisis de Obstetrics & Gynecology es demoledor y admirable por la honestidad de sus autores, hasta ahora favorables al uso de esta píldora. Sus conclusiones son claras: las estrategias para favorecer el acceso a la píldora post coital por parte de las jóvenes han fracasado, ni se reducen los embarazos no deseados ni las tasas de aborto. Los autores afirman que las medidas de salud pública orientadas a hacer más asequible la adquisición de la píldora lo que promueven, en realidad, es una mayor difusión de su consumo entre las adolescentes y que más parejas accedan al método considerándolo seguro.

Un fracaso de la política

La situación en la Comunidad de Madrid, por más que se quiera ocultar, es preocupante y evidencia el fracaso de la política seguida hasta el momento. Cataluña y Madrid encabezan la mayor proporción de abortos sobre el total de embarazos en mujeres menores de 18 años. La experiencia del Colegio de Médicos y la antipatía de muchos médicos de Madrid a la hora de facilitar esta píldora —más ahora, cuando se va reconociendo su fracaso— exige de una nueva política de salud pública que, sin paños calientes, aborde el problema de los embarazos no deseados en niñas y adolescentes en nuestra comunidad; que proteja a las edades más inmaduras y a quienes, intoxicadas por los medios y el machismo, son víctimas propiciatorias de esta retórica de falsos derechos y falsa madurez, que hace terminar a muchas en una camilla, ante una legra y un daño psicológico difícil del olvidar.

Los médicos debemos considerar lo que ya parece un hecho demostrado: que, en las actuales circunstancias, facilitar la píldora sin adecuados controles administrativos, de urgencia o sin expectativa real de emergencia, es extender los riesgos de embarazo y de aborto. Y que es algo que, aunque nos toca de cerca, no nos corresponde dirimir. Pues a la clásica función de “sanador” —y a la más reciente de “controlador del gasto”— al médico parece caerle ahora el papel de consejero moral de las parejas. Un papel nuevo que no puede correspondernos. Ciertamente es un desafío para la nueva Consejería de Sanidad. Pero esto es lo que hay.ldora del día de "después"–, sigue aumentando y de modo alarmante.

Manuel de Santiago
La Gaceta 13 de Julio 2007

La Triste Muerte de Sentido Común

Hoy lloramos la muerte de un querido amigo: sefrasesavance como se diceSentido Común, que ha estado entre nosotros durante muchos años.

Nadie sabe a ciencia cierta cuántos años tenía, puesto que los datos sobre su nacimiento hace mucho que se han perdido en los vericuetos de la burocracia.

Será recordado por haber sabido cultivar lecciones tan valiosas como que hay que trabajar para poder tener un techo propio sobre la cabeza, que se necesita leer todos los días un poco, saber por qué los pájaros que madrugan consiguen lombrices, y también por reconocer la validez de frases tales como "la vida no siempre es justa", y tal vez haya sido yo el culpable.

Sentido Común vivió bajo simples y eficaces consignas (no gastes más de lo que ganas) y estrategias parentales confiables (los adultos, no los niños, están a cargo).

Su salud comenzó a deteriorarse muy rápidamente cuando se aplicaron reglas bien intencionadas pero ineficaces: informes respecto de un niño de solo seis años acusado de abuso sexual por haber dado un beso a una compañera de clase; adolescentes que debieron irse a otro colegio por haber denunciado a un compañero distribuidor de droga, y una maestra despedida por reprender a un alumno indisciplinado, sólo hicieron que empeorara su condición.

La agonía del sentido común

Sentido Común perdió terreno cuando los padres atacaron a los maestros sólo por hacer el trabajo en el que ellos fracasaron: disciplinar a sus ingobernables hijos.

Declinó aún más cuando las escuelas debieron requerir un permiso de los padres para poder administrar una aspirina, poner protector solar o colocar una curita a un alumno; aunque eso sí, no podían informar a los padres si una de sus alumnas estaba embarazada y quería abortar.

Muerte de sentido común.

Sentido Común perdió el deseo de vivir cuando los Diez Mandamientos se convirtieron en material risible, algunas iglesias en negocios y los criminales empezaron a recibir mejor trato que sus víctimas.

Para Sentido Común fue un duro golpe que uno ya no pueda defenderse de un ladrón en su propia casa, pero que el ladrón pueda demandarnos por agresión; y que si un policía mata a un ladrón, incluso si éste estaba armado, sea inmediatamente investigado por exceso de defensa, cuando no acusado de gatillo fácil.

La muerte de Sentido Común fue precedida por la de sus padres, Verdad y Confianza, la de su esposa Discreción, la de su hermosa hija Responsabilidad y la de su muy atento hijo Raciocinio.

Lo sobreviven sus tres hermanastros: Conozco Mis Derechos, El otro Tiene la Culpa, y Soy Una Víctima de la Sociedad.

No hubo mucha gente en su funeral porque muy pocos se han enterado de que ha fallecido.

Si aún recuerdas a Sentido Común, te solicito que reenvíes este correo-el. No sé, pero posiblemente, haya esperanzas de poder revivirlo.

Eutanasia cristiana

El cristianismo siempre ha sabido asumir aquellas palabras y circunstancias que no alteran el mensaje evangélico. No ha tenido miedo de ello. Y menos todavía en estos momentos de relativismo lingüístico en los que contemplamos cómo se tergiversan los vocablos en nombre de una pretendida modernidad que vulgariza al ser humano. Así sucede con expresiones como campo de concentración, interrupción voluntaria del embarazo, proceso de paz y un largo etcétera.

El hombre se ha hecho tan dueño de las palabras que ha terminado esclavizándolas, hasta el punto de provocar que éstas pierdan su valor, por su excesiva manipulación. Así, ellas han dejado de ser herramientas de diálogo para convertirse en instrumentos al servicio de intereses económicos y políticos. Forzar, desvirtuar o desnaturalizar las palabras es tanto como aniquilar el propio lenguaje, presupuesto de racionalidad. De ahí la necesidad de purificar no sólo los conceptos, sino también el vocabulario, de modo que éste sea capaz de expresar con frescura y originalidad el pensamiento humano. También hay que enriquecerlo, dándole nuevos sentidos, quizás inadvertidos por generaciones anteriores. Este modo de proceder es el que realmente configura una cultura del diálogo, abierta, rica. Viva. Integradora. Capaz de fundir filosofías, creencias y opiniones, así como de crear nuevos términos que designen realidades desconocidas.

Allá donde el cristianismo ve algo bueno, se asoma. Lo toma, lo potencia, y se eleva con ello. San Juan no tuvo temor alguno en denominar a Dios Lógos, partiendo del pensamiento griego. San Pablo hizo suya la idea de ley natural, como algo inherente al corazón del hombre. Para comprender y explicar mejor el misterio trinitario, se empleó el concepto de persona —noción griega, reelaborada por los romanos—, etc. San Agustín se platonizó y Santo Tomás dialogó con el Estagirita. El derecho canónico asumió gran parte de la terminología romana: confesión, rescripto, potestad, jurisdicción, y muchos términos más pasaron del ius civile al ius canonicum sin dificultad.

En mi opinión, es preciso recristianizar el diccionario, pues día a día nos enfrentamos a términos francamente barbarizados. Para este fin, la eutanasia es un buen ejemplo. Me explicaré. Eutanasia —en griego, buena (eu) muerte (tánatos)— es un término positivo, eufónico, seleccionado hábilmente para esconder, con eufemismos, una realidad tan cruel como inhumana: la asistencia al suicidio, cuando no el homicidio directo. Servía, sobre todo, para ocultar mediáticamente el senicidio, creando una cortina de humo entre dos acciones profundamente distintas: matar y morir.

La eutanasia de Cristo

No nos hallamos ante un tema baladí, pues, una vez perdida la batalla del lenguaje, es fácil ser vencido en la contienda de la argumentación. De ahí la necesidad de recuperar la idea de eutanasia —arma arrojadiza contra la Iglesia— y ganarla para la causa cristiana. En efecto, el cristianismo, gran defensor de la dignidad de las personas, quiere que todos los hombres mueran dignamente, es decir, conforme a su condición de hijos de Dios. Por eso, puede hablarse con total propiedad de una eutanasia cristiana, de una buena muerte, que es propia del hombre que aprovecha ese trance para preparar el salto a la vida eterna. La eutanasia por excelencia —es decir, la muerte más valiosa— fue la de Cristo en la Cruz, que trajo la redención al género humano. Por eso, los cristianos deberíamos ver en el martirio —dar la vida por amor a Dios— una suerte de eutanasia.

La eutanasia cristiana ayuda a morir dignamente, pero nunca asesina, pues matar es moralmente inaceptable, y más todavía si se trata de poner fin a la vida de personas discapacitadas, enfermas o moribundas. Por ello, la eutanasia cristiana rechaza cualquier tipo de acción u omisión que, de suyo o en la intención, provoquen la muerte, admitiendo, por supuesto, la interrupción de tratamientos médicos desproporcionados o un vano encarnizamiento terapéutico. Así, la eutanasia cristiana no desea la muerte pero acepta, porque reconoce nuestra condición de criaturas, el fin inexorable.

La eutanasia de verdad

La eutanasia cristiana reclama que las decisiones sean tomadas por el propio paciente, si fuera capaz, o por sus familiares, respetando siempre los intereses legítimos del enfermo. La eutanasia cristiana jamás desatiende los cuidados paliativos, por más que la muerte nos pise los talones, y ve en ellos un ejercicio vivo de caridad fraterna, de generosidad. De solidaridad. Mientras escribo estas líneas, millares de personas, repartidas por todo el mundo, contribuyen al buen morir. Nos enseñan a ser valientes. La eutanasia cristiana es, pues, una realidad. Juan Pablo II y la Madre Teresa de Calcuta, desde posiciones distintas —enfermo y enfermera—, son modelos para el cristiano frente a la hermana muerte.

En definitiva, la eutanasia cristiana apuesta por la persona, por su dignidad, ayudándonos a morir en las manos de Dios. Para ello, es preciso rechazar de plano cualquier acción que directa o indirectamente implique un animus necandi, una intención o voluntad de matar, del todo contraria a los derechos humanos.

La eutanasia cristiana no teme a la muerte, pues ve en ella una puerta que se abre al Amor. Por eso, la espera con coraje, con entereza, sabiendo que es tan sólo un paso, una pascua, un recodo en la vida. Un camino que más tarde o más temprano todos hemos de recorrer.


Rafael Domingo
La Gaceta de los Negocios 15 de junio de 2007