martes, 6 de febrero de 2007

«El laicismo es un peligro para la libertad y la democracia»

En la apertura del año académico de la Universidad Católica San Antonio, de Murcia, don Jorge Fernández Díaz habló sobre Política y valores cristianos en la España de hoy. Una idea de España, como ya informó Alfa y Omega. Éste es un extracto de su intervención:


Para hablar de política y valores cristianos en la España de hoy hemos de referirnos a nuestro pasado, a la herencia que hemos recibido de las generaciones precedentes. Porque sin pasado no hay identidad y sin identidad hay que inventar el futuro cada día. Reflexionar sobre la identidad de España hoy es urgente y necesario. O tenemos una idea de España, o estaremos edificando sobre arena... Lo grave es que las lluvias han llegado y hay que asegurar los cimientos de la casa. En vano hablaremos hoy en España de valores éticos y morales, de unidad, de libertad, de justicia, de progreso, de paz o de solidaridad, si esos valores no los entendemos integrados en su verdadera matriz; es decir, en el patrimonio cristiano que, a lo largo de la Historia, ha ido conformando nuestra realidad nacional y nuestra identidad.

La sociedad española de hoy es plural, culturalmente cristiana, pero profundamente secularizada. No obstante, conviene recordar que un 80% de los ciudadanos mayores de 18 años se define a sí mismo como católico. Esa autodefinición no implica, necesariamente, ni una práctica religiosa ni una vida ordinaria coherentes con la fe. Sin embargo, ese dato no debe hacernos infravalorar la potencia cultural, ética y moral que expresa un porcentaje de esas características. En un ambiente cultural como el actual, sólo puede entenderse como una confirmación más de la presencia de un auténtico patrimonio de civilización herencia de nuestras raíces cristianas. El peligro para la libertad y para la democracia es el laicismo, es decir, querer encerrar las convicciones religiosas en el ámbito de lo privado.

Hay países en donde el laicismo se ha desarrollado hace mucho tiempo, pero es en España donde de manera especial vemos que se quiere imponer de forma tan descarada como implacable. Uno de los graves riesgos ante los que se encuentra la sociedad española es el intento de imponer una nueva religión oficial y obligatoria, el laicismo, que niega el derecho a la libertad religiosa, ofende a los valores y creencias de buena parte de la sociedad española y es contraria a nuestra identidad cultural e histórica. Cualquier atento observador de la realidad española puede percibir cómo esa voluntad se va materializando de forma difusa, pero constante.

La conversión de España en un Estado laico y en una sociedad laica nos llevaría, necesariamente, a una concepción de la democracia fundada sobre el relativismo. Las consecuencias a las que nos puede llevar una democracia relativista las vimos en los años 30 del pasado siglo, donde un Parlamento legalmente elegido permitió el acceso de Hitler al poder en Alemania. Basta recordar estos hechos para darse cuenta de cómo la ley establecida por el hombre tiene sus propios límites, que no puede violar.

Soy consciente de que el derecho natural ha dejado de ser aceptado en el diálogo político. Por ello, debemos ser capaces de ejercer y defender estos principios con argumentos racionales y razonables propios del debate público. Se trata de inventar modos nuevos para decir lo de siempre.

Para este debate es preciso tener presente que el laicismo persigue la eliminación de toda presencia de lo religioso en la vida pública. Pero, lejos de justificar políticamente sus propuestas, los laicistas suelen utilizar la estrategia de presentarlas como medidas derivadas necesariamente de la naturaleza de lo político. Así ocultan la necesidad de justificación y hacen que toda oposición aparezca como una actitud basada más en convicciones religiosas o morales que no pueden imponerse a los demás.

En los debates parlamentarios, por ejemplo, sobre el matrimonio, es recurrente esta idea: A nadie se le obliga a divorciarse. Entonces, ¿por qué os oponéis a que lo haga quien lo desea? Podemos cambiar divorcio por aborto, pero es curioso observar cómo el argumento ya no sirve para limitar o prohibir, por ejemplo, el tráfico de armas o de drogas, o simplemente circular a más de 120 km por hora. Legalizar una conducta supone, en el fondo, hacer un juicio de valor de la posible difusión de esa conducta. Toda legalización es invitar a practicar lo legalizado. No tiene sentido, por tanto, pedir a los ciudadanos que, ante la propuesta de una medida legal, actúen dejando al margen sus valores y haciendo abstracción del tipo de sociedad que consideran deseable.

Alberto Fernández Díaz. Alfa y Omega

1 comentario:

Rafael del Barco Carreras dijo...

ELECCIONES 2008

Los Fernández Díaz

El PP en Barcelona



Rafael del Barco Carreras



En equipo con Joseph Piqué Camps, hombre políticamente creado por Pujol, y colaborador (empleado) de Javier de la Rosa. Con esos antecedentes cualquier equipo político debiera desaparecer y dedicarse a anexas empresas, o en las de Lara de Planeta, otra estrella. En Madrid, Jorge Fernández Díaz, en Barcelona Alberto Fernández Díaz, y con Enrique Lacalle Coll, financiado por De la Rosa, quizá por conocer con exactitud por sus cargos en el Ayuntamiento y Consorcio de la Zona Franca el destino, forma y maneras, del Gran Desfalco. No en vano se sentaba en las mismas asambleas que los otros financiados, los socialistas de Serra y Maragall.

Me equivoqué al escribir sobre el mayor, Jorge. Yo le tenía por abogado, él ni lo recordará, cuando visitaba el locutorio de “jueces y abogados” por los 80 en La Modelo, por el caso Seguros Sociales, y resulta que es ingeniero, y era, inspector del Ministerio de Trabajo. ¿Qué hacía allí un Inspector de Trabajo presentado como abogado en un caso donde con absoluta seguridad habían inspectores de Trabajo involucrados?. Un caso que de darle la publicidad que merece entra de lleno en la Gran Corrupción, www.lagrancorrupcion.com. Cien importantes empresarios involucrados, cuarenta detenidos, todos en libertad con fianza a los máximo cuatro meses, y Juan Piqué Vidal, defensor de la mayoría, y de uno o dos, Pascual Estevill, unos detenidos y otros, curiosamente, no, y juzgados diez años después sin ingresos en prisión. Liquidaciones falsas, no ingresadas, con sellos y registro. Cobraban en efectivo el 10 % de la deuda, y liquidada. Nunca jamás se detuvo en Barcelona a tanto empresario, ni con los cientos involucrados en algo parecido, las liquidaciones por IVA, también en manos de Piqué Vidal y Pascual Estevill (una de las operaciones de sus extorsiones). Lo viví, y lo cuenta Antoni Piñol, secretario de Juan Piqué Vidal (que entró en la Fiscalía a denunciar a su Jefe y salió como denunciado), en su escaso libro “La toga manchada de Piqué Vidal”, Ediciones de la Tempestad, 1998, con Vicens Cardellach Marsá y su gestoría, presidente casi vitalicio del Colegio de Graduados Sociales. ¡Otra víctima, Antoni Piñol!.